LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
En la península Ibérica ya desde la Edad Media, monarcas visigodos como Wamba, cuyo nombre aparece en el XI concilio de Toledo (año 685) defendían la creencia católica de la Inmaculada Concepción, o de la Purísima Concepción, que sostiene que María, como Madre de Jesús, no podía ser víctima del pecado original, resultado de la desobediencia de Adán y Eva.
Esta tradición la mantendrían posteriormente otros reyes aragoneses, castellanos y por ultimo españoles, desde Jaime I hasta Felipe II, quienes incluían la imagen de la Inmaculada en sus estandartes.
Carlos III crearía una orden religiosa dedicada a esta figura y la declararía patrona de todos sus reinos y posesiones, que como sabemos se extendían por buena parte del mundo. Es por esto que muchos de los países que hoy mantienen su culto o la reconocen como patrona son antiguas colonias, o reinos pertenecientes al imperio hispánico.
Pero, ¿desde cuando se constituyó esta celebración en festividad?. Fue hacia 1644 cuando Felipe IV la declara fiesta de guardar en todos sus reinos, adelantándose, así, al papa Clemente XI, que haría lo propio para toda la comunidad católica en 1708.
Desde entonces, su aceptación fue extendiéndose por todos los territorios españoles y convirtiéndose en patrona de numerosas ciudades y países. Su festividad se celebra en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua, México, Paraguay o Perú.
Llama la atención que su culto llegue a países como Corea del Sur, Japón o Estados Unidos.
No será, en cambio, hasta 1854, cuando el papa Pío IX proclame el dogma de la Concepción Inmaculada de María, dogma De la Iglesia universal, refiriéndose con el a una de las bases de la fe cristiana: El pecado original.
